Durante los primeros años de su reinado, el Studio 54 fue como un teatro de la vida real en el que cada noche se escenificaba el gran reventón de la era. Cada noche el elenco de la función era seleccionado en plena calle, de entre la multitud que, casi a bofetadas, trataba de cruzar las cuerdas de terciopelo que limitaban la entrada para poder penetrar el sitio rodeado de la aureola de la fama y la leyenda. Para muchos era como entrar en una dimensión similar a la que, en su momento, tuvo para los hippies el legendario festival de Woodstock; pero ahora, para una generación de gente urbana, con un alto sentido de la moda, la elegancia, el atractivo físico y el elitismo. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario